miércoles, 16 de septiembre de 2009

Una noche de terror en Valle Dorado










Texto y fotos: Vickyzu*

Los dos últimos días de mi vida y para que se pueda entender el gran dolor que causa la perdida de mi compañera, que ya por fin estaba decidida a conocer cada una de las funciones que tenía, me había decidido a conocerla por completo, sus reacciones, sus botones, toda ella que a pesar del tiempo seguía guardándome secretos acerca de todo lo que podía lograr.

Mis dos compañeros, mis dos incondicionales, los que me han acompañado los cuatro últimos años, testigos de mis memorias.

Uno de ellos Coshi, así lo bautizamos desde su llegada y a pesar de las dificultades mecanicas que no son muchas pero han sido significativas, a pesar de haberlo convertido en todo terreno, porque no se puede negar que ha recorrido lugares inimaginables, el domingo 6 de septiembre no vislumbrábamos lo que sucedería, lo deje estacionado en casa de Paty, mientras nos íbamos a la reunión de ex alumnos, bueno, otros le llamaron el rencuentro.
En el Italianis de la Zona rosa, nos reunimos para comer y volver a vivir las mágicas tardes de la tribu. Llegó Tina, nacho, Susy, Mayito junto con su novia, Paty y yo quienes viajamos en el mismo auto para evitar llevar los dos.
Fue una tarde muy buena, buena comida, buena compañía, muy buenos postres… Todo se veía maravilloso, la pasamos muy bien, pareciera como si el tiempo no hubiera avanzado tan rápido.

Salimos del restaurante pasadas las ocho de la noche, llevamos a Susy a su casa y Paty y yo nos dirigíamos a su casa en Valle Dorado para recoger mi auto y volver a casa. Durante la tarde llovió mucho, pero no le dimos importancia.
El camino fue bueno, domingo en la noche, algo de transito por la lluvia pero se veía normal. Al llegar a Av. Mario Colín, y Gustavo Baz, el trafico se detuvo, tardamos más de 40 minutos en llegar a pirules donde creíamos haber burlado el trafico.
Entramos por pirules hacia Valle Dorado y Sorpresa una vez más el transito detenido. ¡¿Qué pasa?! Esto no es normal, poco a poco seguimos avanzando, el agua va cubriendo las llantas, en ese momento yo me hubiera detenido soy muy cobarde para navegar sobre el asfalto pero Paty es mucho vas aventada que yo así que me imagino pensó que era el mismo nivel o no sé que pensó pero seguimos avanzando hasta que el platina rojo se apago. ¿Cómo, cómo que se apago, y ahora que hacemos? Mientras nos preguntábamos aquello, el agua se abrió camino por el motor, los pies se humedecieron y rápidamente se cubrieron de agua, de repente ya traíamos mojado el auto hasta la cintura, las puertas no abrían, el servicio eléctrico del auto no funcionaba, los cristales no bajaban, debo confesar que sentí pánico, hasta que mi amiga, mi memela como ella misma me dice, aquella mujer aventada, sin limites, fuerte y arriesgada comenzó a convertirse en una niña asustada, tuve que tomar aire y ser la que pensara, la que diera soluciones.
-a ver Paty, vuelve a encender el suich- por fin los cristales bajaron y sin dudarlo nos escabullimos por las ventanas, el agua estaba súper fría sin poderlo evitar comencé a temblar, no sé si de frió o de nervios, creo que un poco de los dos. A toda costa trate de proteger mi bolsa y a mi otra confidente, mi cámara digital a quien en estos últimos días le había tomado tanto cariño. Se acercaba un camión de bomberos a nuestras espaldas, pensé que serian nuestra salvación pero no, pasaron de largo a toda velocidad ocasionando una enorme ola de aguas negras, que no sólo nos empujaron como quien empuja a un niño de cuatro años, elevaron el nivel del agua que sobrepaso el tablero del auto rojo y sumergió en sus entrañas negras mi cámara digital. Logré sacarla segundos después de esto pero yacía muerta. Con la pantalla luminosa en color gris, con gotas de vapor en el cristal, con agua y lodo.
Sin éxito tratamos de mover el carro que estaba atravesado en la avenida y en sentido contrario por las maniobras de Paty. Con ayuda de un vecino quien le desconecto la batería al platina rojo, decidimos abandonarlo ahí a su suerte y lograr llegar a casa de paty que estaba a una calle más adelante.
Temblando de frío y con el agua por encima de la cintura nos abrimos paso hasta llegar.
Fue ahí donde pude ver a Coshi con el agua por encima de la llantas, casi tocando el cofre, me dolió, sentí feo verlo así.
Sin luz, tanteando los sillones que flotaban en la sala logramos llegar al segundo piso, lo primero fue llamar por teléfono a nuestras progenitoras, mi madre vuelta loca entendió que sería lo mejor el quedarme en aquel lugar a tratar de salir.
Paty corrió como pudo hasta el patio trasero donde duerme Wendy, la encontramos nadando de a perrito tratando de sobrevivir, una linda y asustada french pool blanca nos agradecía el haber llegado a rescatarla.
Desconectamos todos los aparatos eléctricos, nos cambiamos la ropa y nos metimos a su recamara.
Pasamos una noche en vela, vigilando cada hora el estado de las calles, de la casa, pensando sólo en cómo salir de ahí.
Conforme se asomaban los primeros rayos del sol, en las guardias se observaba con más claridad el desastre que había ocurrido.
Salimos por ahí de las 7:30 de la mañana para ver si había bajado el nivel del agua en la avenida principal, aun cuando sí había bajado todavía era imposible mover el vehículo.
Me sentía como viendo la televisión y las imágenes que parecían el paso de un huracán… Yo estaba ahí con el agua hasta las rodillas, patinando en las calles que casi estaban secas pero llenas de capas y capas de lodo. Regresamos a casa con la sorpresa de que ya había luz, paty se encargo de subir el suich e inmediatamente prendimos el televisor para ver las noticias.
Wow… Apenas podía entender la gravedad de las cosas, las imágenes eran devastadoras, los testimonios, el ejercito, los bomberos, los vecinos, nosotras ahí sentaditas en la cama con la sorpresa de que lo que vivimos fue real, que ahora estábamos como en un espejo mirando en vivo y a todo color. Las imágenes que me robaron el aliento y formaron un nudo en mi garganta llenando de agüita mis ojitos fueron las del rescate del chofer de un camión de pasajeros que se quedo atorado en el puente del boulevard.
Si yo hubiera estado sola en ese preciso instante habría comenzado a llorar como una niña, pero me arme de valor y sólo pronuncie alguna palabra tonta.
Estuvimos refugiadas por dos o tres horas mientras hacíamos el recuento de los daños en la sala, comedor, cocina, mi choche.
Como a las diez de la mañana ya teníamos hambre y paty sugirió salir a comprar algo. Caminábamos y caminábamos y nada, solo los vecinos sacando muebles, calles aún por encima del medio metro de agua, carros con puertas y ventanas abiertas para obligar a salir al espantoso olor del agua estancada, uno que otro perro caminando por las calles, bomberos, soldados, lanchitas salvavidas, todo un desastre.
Logramos llegar a la congre caminando por pirules, nos echamos unos taquitos que me supieron a gloria! Yo quería desviarme en ese momento hacia la parada de los camiones, de verdad ya quería salir de aquel lugar, no importa cómo, no importa si dejaba mi celular en casa de paty o mi carro, o mi bolsa, nada importaba yo quería llegar a casa.
Pero no, me quede con mi amiga y regresamos a la zona del desastre.
Todo fue esperar y ver lo horrible que había quedado todo, lleno de lodo, basura, carros destruidos, agua por todas partes.

Vickyzu*


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